Estudiantes de Instrumentación Quirúrgica UDES transforman vidas en la Posada del Peregrino de Bucaramanga

El programa de Instrumentación Quirúrgica de la Universidad de Santander (UDES) lleva casi una década desarrollando una labor extraordinaria en la Fundación Posada del Peregrino de Bucaramanga, donde la formación académica se entrelaza con el compromiso social.

Mónica Vargas Rodríguez, directora del programa de Instrumentación Quirúrgica, y la profesora Sandra Milena Rivero, son las abanderadas de esta iniciativa que comenzó hace nueve años como un proyecto de la Vicerrectoría de Extensión, en colaboración con otros programas. "En este mundo tan globalizado y tecnológico, es esencial no perder de vista lo más valioso: el contacto humano, los sentimientos y las emociones. Ayudar a los niños no solo transforma sus vidas, sino también las nuestras, llenándonos de una inmensa alegría. Cada vez que participamos en esta labor, salimos renovados y con el corazón pleno de felicidad".

En esta ocasión, la visita que se realiza semestre a semestre, también contó con la participación del programa de Fonoaudiología, al realizarse una importante intervención de diagnóstico en dificultades del habla y escucha. Además, es importe la vinculación de los estudiantes desde su primer semestre en actividades que van desde la enseñanza de higiene básica hasta el servicio comunitario.

Durante la jornada, los universitarios tuvieron la oportunidad de interactuar con 70 niños de grados prescolares a quienes se les explicó la forma correcta de realizar el lavado de manos. Al respecto, la Directora de Instrumentación Quirúrgica explicó que esta acción es clave para proteger la salud de la población infantil.

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Una fundación con múltiples frentes de acción

Jorge Azuero Díaz, fundador y representante legal de la Fundación Posada del Peregrino, señaló que esta institución presta tres servicios principales: educación, suministro de almuerzos a habitantes de calle, y la entrega de mercados a familias vulnerables.

"La educación es la que va a servir en el futuro a esos niños", señaló Azuero al comentar que los menores provienen de familias en condiciones de pobreza extrema, por lo que el objetivo de este trabajo es evitar situaciones que pueden llevarlos a la habitabilidad en calle.

En este sentido, Azuero Díaz agradeció la colaboración por parte de la UDES. “Lo importante es que estos estudiantes, que próximamente serán profesionales, vean que tenemos que ser solidarios, tenemos que crear esa costumbre. Es muy importante que los jóvenes tengan ese concepto y visitando una fundación como esta van a ver en vivo y en directo lo que es la pobreza absoluta”.

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Formación integral más allá del aula

Sandra Milena Rivero Tapias, profesora del programa, describió que la visita al lugar incluyó actividades de canto, refrigerios, enseñanza del lavado de manos de forma didáctica, actividades artísticas y el servicio de almuerzos para habitantes de calle. "No es simplemente entregar un profesional a que vaya a trabajar, también es crearle conciencia ciudadana. Queremos que cultiven su corazón, que amen prestar un servicio… ayudar al prójimo nos trae muchas satisfacciones personales", afirmó.

Diariamente, la fundación atiende a aproximadamente 70 niños del hogar y sirve 300 almuerzos a habitantes de calle. En las jornadas especiales con la UDES, participan universitarios y profesores, llegando a reunir hasta 120 personas en las instalaciones.

De acuerdo con Vargas Rodríguez, la idea es que los jóvenes conozcan las necesidades de personas que requieren apoyo. “El balance siempre es maravilloso, ayudar a los demás nos hace mejores y nos da felicidad”.

La experiencia ha dejado una profunda huella en los estudiantes. Aura Katherine Hernández, estudiante del programa, compartió su experiencia: "Me llevo muchísimos aprendizajes, realmente me llevo mucha energía desde todos esos niños, de todo lo que me han brindado, cada abracito que me dan, cada sonrisa".

La Fundación mantiene sus puertas abiertas para quienes deseen contribuir, ya sea con donaciones mensuales de alimentos o con su tiempo y dedicación en el servicio directo a la comunidad. Como señala Azuero, "pueden hacerlo viniendo aquí a las 11 de la mañana, colocándose un delantal como lo tienen hoy los alumnos de la UDES y nos ayudan a servirles el plato de sopa a los habitantes de calle".

Esta alianza entre la academia y el servicio social no solo beneficia a la comunidad vulnerable, sino que también forma profesionales más conscientes y comprometidos con su entorno social, demostrando que la educación superior puede y debe ir más allá de la formación técnica para contribuir a la construcción de una sociedad más equitativa y solidaria.

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